
Las ventanas de estas tradicionales casas adosadas londinenses solían dar hacia una vieja fábrica de embutidos. Ahora, los residentes gozan de la vista del prado de flores silvestres que crecen encima del flamante hogar del arquitecto Justin Bere. El aislamiento que proporciona el techo verde da mayor eficiencia energética a la casa de Bere, que funciona con energía solar.Foto de Diane Cook y Len Jenshel
Si los edificios emergieran repentinamente del suelo, cual champiñones, los techos estarían cubiertos con una capa de tierra y plantas.


Claro está que la humanidad no construye así. Sería tentador afirmar que el paisaje de los tejados de cualquier ciudad del planeta es un desierto artificial pero, de hecho, el desierto es un hábitat viviente. La verdad es mucho más cruda. El paisaje de los techos urbanos es un espacio yermo de superficies bituminosas, violentos contrastes de temperatura, feroces vientos y rechazo al agua.
Los techos vivos nos recuerdan que los sistemas naturales son una importante fuerza moderadora.